La persona madura no está sometida, sino integrada

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La persona madura no está sometida, sino integrada

Por Camila M. Rodríguez Roldán

Me entristece ver mentes brillantes que sucumben al fundamentalismo y al dogmatismo, ya sea cristiano, hinduista, nueva-ereano, o de cualquier otra religión o filosofía. Estas personas cometen un grave error: someter la mente a la voluntad. Quieren seguir creyendo lo que creen, y por esta voluntad obligan a la mente a dar razón de lo irrazonable, obligándola a hacer inducciones y deducciones forzosas, transformando a la filosofía en esclava de la teología y la ideología.

La persona sana, a mi parecer, no somete su mente a la voluntad; tampoco somete su voluntad a su mente. En la persona sana no hay sometimiento, sino integración. Esto es así porque la persona sana no tiene nada que someter, no tiene ideas en irremediable conflicto, no hace acciones contradictorias. Si sus distintas facultades no están peleadas entre sí, ¿qué le queda por someter? Nada.

En la persona sana no hay sometimiento, sino integración.

Camila Michelle

El dominio de sí, pues, no es el sometimiento de las facultades a tal o cual ideal, como si fuéramos un monstruo a duras penas domesticable. El dominio de sí es una integración del ser que emerge a través de las crisis y del no-hacer (“wu wei”), redescubriendo  y apropiándose de las tendencias innatas del propio ser, que – por pura lógica – no pueden ser y no son contradictorias entre sí; sino compatibles y harmónicas, formando un todo coherente y hermoso.

Necesitamos esforzarnos día a día por integrarnos mejor. ¿Qué áreas de mi vida necesitan más atención? ¿Acaso tengo pensamientos contradictorios chocando dentro de mi cabeza? ¿Hay partes de mí peleadas? Todos estos son signos de que algo anda mal, y de que tenemos que encontrar la manera de ser más coherentes. A mí parecer, esta es la única forma de conseguir la tan anhelada felicidad: por medio de la autenticidad.

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